Keller en el espacio

El 22 de septiembre de 2018, un cohete H-IIB japonés puso en órbita la nave de carga HTV con el módulo ACLS (Advanced Closed Loop System o sistema avanzado en bucle cerrado) con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS). La misión del ACLS es «reciclar » dióxido de carbono de la atmósfera de la nave espacial y generar oxígeno para la tripulación mediante electrólisis. Para regular estos procesos, la empresa KELLER AG für Druckmesstechnik desarrolló y fabricó transmisores de presión absoluta y diferencial altamente fiables.

La Estación Espacial Internacional se desplaza alrededor del globo terráqueo a unos 400 km de altura. Dado que a esa altura apenas hay oxígeno, este debe enviarse desde la tierra o generarse a bordo de la Estación ISS. El envío de este oxígeno al espacio es caro, ya que transportar 1 kg de carga útil cuesta aproximadamente 33.000 euros. Resulta por tanto razonable intentar depurar el aire espirado por los astronautas para obtener oxígeno útil.

Esa es precisamente la misión del ACLS, que fue transportado el 22 se septiembre de 2018 hasta el módulo americano Destiny (laboratorio estadounidense). El ACLS fue desarrollado por Airbus para la Agencia Espacial Europea (ESA). Para generar oxígeno, en el circuito ACLS el dióxido de carbono existente en el aire de la cabina se convierte en metano y agua, usando el hidrógeno que se obtiene de la división de las moléculas de agua tras aportar energía. A partir del agua y gracias al proceso denominado electrólisis se obtiene oxígeno respirable de nuevo. Según Airbus, el sistema está pensado para una tripulación formada por tres astronautas y permite ahorrar 450 kg de carga de agua al año. A pleno rendimiento, el ACLS elimina diariamente 3 kg de CO2, proporciona 2,5 kg de O2 y produce 1,2 kg de agua.

Para que estos procesos se desarrollen de forma segura, el ACLS requiere componentes altamente fiables. El fabri­cante suizo KELLER AG recibió el encargo de desarrollar los procesos tecnológicos de medición. El proyecto su­ponía grandes desafíos, ya que a una altura de 400 km los componentes, si fallan, no pueden sustituirse en los plazos requeridos. La contribución de KELLER a esta misión se materializó en forma de transmisores de presión absoluta y diferencial que funcionan en un rango de entre 50 mbar y 20 bar a entre 0 y 110 °C.

«Con sus transmisores de presión, los cuales se utilizan en numerosos tipos de aviones y para los más variados co­metidos, contribuyen con su fiabilidad a la seguridad de los más diversos sistemas, KELLER ha demostrado que las exigencias relativas a la vida útil (MTBF) de los sensores en el funcionamiento real se cumplen mucho más allá de lo so­licitado», afirma satisfecho Jürg Dobler, director de KELLER Gesellschaft für Druckmesstechnik mbH.

«En los primeros proyectos de sensores para la astronáu­tica hemos aprovechado tanto nuestra experiencia acumu­lada durante años en el sector aeronáutico como en la in­dustria. Por otro lado, y como no puede ser de otra manera, también esperamos que los resultados obtenidos en los proyectos astronáuticos se incorporen en el amplio catálo­go de sensores de presión de KELLER», apunta Günther Kaden, Consultant Aerospace Sensors.

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