Energía que dialoga con el campo: gas natural y agricultura construyen desarrollo en el norte del Perú

En Piura, se desarrolla una operación de hidrocarburos que convive en armonía con la agricultura local. A través del diálogo y el respeto territorial, construye confianza y desarrollo compartido. Su aporte impulsa la masificación del gas y la sostenibilidad en el norte del Perú.

 En un país donde la conflictividad social asociada a las industrias extractivas parece una constante, hay casos que rompen el molde y merecen ser visibilizados. Uno de ellos ocurre en el norte del Perú, en Pueblo Nuevo de Colán, región Piura, donde la empresa Olympic ha desarrollado durante casi 30 años una operación de hidrocarburos rodeada de tierras agrícolas —no en el mar, como comúnmente se piensa— con un modelo de relacionamiento comunitario basado en la confianza, el respeto mutuo y el diálogo sostenido.

Desde su presencia en el lote XIII, la empresa ha logrado convivir armónicamente con comunidades agrícolas que dependen de cultivos como arroz, algodón y frutales. Lo ha hecho no solo cumpliendo con sus obligaciones legales y ambientales, sino construyendo una relación directa con los agricultores, escuchando sus preocupaciones y respondiendo con acciones concretas: instalación de sistemas de riego, mejora de caminos agrícolas, viveros comunales y fortalecimiento de capacidades locales para la agricultura sostenible.

En contextos donde la actividad minero-energética coexiste con la agricultura, es común que surjan resistencias sociales. Sin embargo, el caso que nos ocupa representa una valiosa excepción. La comparación con otras experiencias extractivas en Piura cerca de terrenos agrícolas, como los proyectos mineros de Río Blanco y Tambogrande, resulta inevitable. En Río Blanco, el proyecto lleva más de quince años paralizado debido a la oposición de las comunidades, que temen por sus fuentes de agua y sus cultivos. En Tambogrande, la resistencia del valle agrícola en 2002 permanece en la memoria colectiva como un símbolo de defensa del territorio agrario. Estos casos evidencian que la sostenibilidad de un proyecto no se define únicamente por sus aspectos técnicos o económicos, sino, sobre todo, por la legitimidad social que logre construir.

Lo logrado en Colán es, en cambio, un ejemplo de inserción respetuosa en un territorio agrícola, sin imposiciones ni mayores conflictos. Allí se entendió que la verdadera licencia para operar no se firma en una oficina, sino que se construye día a día en el territorio. Y parte clave de esa construcción ha sido una comunicación diferente: cercana, accesible, comunitaria. A través de una Oficina de Información Permanente, talleres participativos, visitas guiadas y boletines en lenguaje claro, se ha puesto en práctica una comunicación que informa sin imponerse y que busca construir relaciones, no solo transmitir mensajes.

Lo viví en primera persona. Durante mi paso por Olympic, comprobé que el respeto por el entorno no era una consigna para la galería, sino una práctica real, cotidiana. La sostenibilidad no era una palabra bonita: era una forma de estar en el territorio, escuchar, aprender y construir junto a las comunidades. Esa experiencia me demostró una vez mas que es posible hacer industria de otra manera.

Este enfoque profundamente territorial, poco frecuente en el sector, ha mantenido el trabajo de la empresa fuera del radar nacional. Muy pocos peruanos saben que se trata de la principal productora de gas natural del norte del país, abasteciendo de energía a miles de usuarios de manera silenciosa pero constante. Mientras los reflectores están puestos en Camisea y el gas del sur, el norte tiene también una historia de energía y desarrollo que contar.

Esa historia cobra aún más relevancia en el contexto actual, donde el país necesita avanzar hacia una transición energética sostenible. No se trata solo de producir gas: hablamos de liderar la masificación de este recurso en el norte del Perú, contribuyendo a reducir la dependencia de combustibles más contaminantes y favoreciendo una matriz energética más limpia y eficiente. Este aporte no solo tiene implicancias técnicas, sino también sociales y ambientales: permite mejorar la competitividad regional, reducir emisiones y acercar energía accesible a más hogares y empresas en Piura y otras regiones del norte.

La masificación el gas natural, en este sentido, no es solo un objetivo de política pública, sino una palanca concreta de sostenibilidad territorial. Y cuando se gestiona con visión y respeto por el entorno, como en el caso de Colán, puede marcar una diferencia real: demuestra que es posible extraer los recursos naturales sin erosionar los vínculos sociales y, más bien, fortaleciendo las raíces locales.

En un país marcado por la desconfianza entre empresas y comunidades, experiencias como esta nos recuerdan que otra forma de hacer industria es posible. Una forma donde el respeto por la tierra, la cultura y las personas se convierte en parte del modelo de negocio. Porque, al final, la sostenibilidad no se mide solo en reportes, sino en la capacidad de una empresa para ser parte de un territorio sin fracturarlo.

 

Por Mg. Roberto Lazo Cuadros
Especialista en Comunicación Estratégica y Gestión del Relacionamiento Comunitario en proyectos de Infraestructura Vial y del Sector Minero-Energético

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