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Electrificación y eficiencia energética: claves para fortalecer la resiliencia climática empresarial en Perú
- Ante el aumento de eventos climáticos extremos, las empresas peruanas enfrentan el reto de asegurar su continuidad operativa mediante la modernización de su infraestructura energética.
Lima (Perú), diciembre, 2025 – Perú enfrenta hoy un escenario climático cada vez más complejo, con impactos económicos que ya se sienten en distintos sectores productivos. De acuerdo con modelaciones del Banco Mundial, las pérdidas económicas promedio por inundaciones en el país ascienden a USD 1.91 mil millones anuales bajo las condiciones climáticas actuales y podrían superar los USD 8.08 mil millones al año en un escenario de calentamiento global de 3 °C, si no se adoptan medidas efectivas de adaptación y gestión del riesgo.
Este contexto redefine las prioridades empresariales. Asegurar la continuidad operativa frente a eventos extremos dejó de ser una opción para convertirse en una condición estratégica. Hoy, la resiliencia climática empresarial se construye a partir de decisiones técnicas y operativas concretas, donde la electrificación, la eficiencia energética y la digitalización de sistemas críticos juegan un rol central.
“La capacidad de una organización para mantenerse operativa frente a condiciones climáticas adversas está directamente relacionada con su nivel de eficiencia energética y con el grado de modernización de su infraestructura eléctrica”, señaló Roberto Lepín, director de Servicios para el Clúster Sur Andino de Schneider Electric “Integrar soluciones electrificadas y plataformas digitales de monitoreo permite reducir vulnerabilidades, optimizar consumos y responder con mayor agilidad ante interrupciones o picos de demanda”.
El aumento sostenido de las temperaturas, la presión sobre la demanda eléctrica y la mayor frecuencia de fallas en la infraestructura exigen sistemas capaces de anticipar riesgos y responder en tiempo real. En este escenario, la modernización de instalaciones eléctricas, la automatización de procesos y el monitoreo energético avanzado se consolidan como herramientas clave para evitar paradas no planificadas, proteger activos críticos y minimizar impactos en la productividad y los costos operativos.
La electrificación y el uso de tecnologías digitales permiten a las empresas pasar de una gestión reactiva a una gestión proactiva del riesgo climático. Los sistemas inteligentes de gestión energética no solo reducen los tiempos de inactividad, sino que también mejoran la eficiencia de los procesos y fortalecen la competitividad, especialmente en sectores como manufactura, minería, centros de datos y comercio, donde cualquier interrupción puede traducirse en pérdidas significativas.
Asimismo, la eficiencia energética cumple un doble rol: refuerza la resiliencia operativa y acelera la transición hacia modelos de negocio más sostenibles y alineados con los objetivos climáticos nacionales e internacionales. De cara al 2026, el desafío es claro: pasar del diagnóstico a la implementación, incorporando estas soluciones dentro de la planificación técnica y presupuestal de las organizaciones.
Las empresas que integren electrificación, eficiencia energética y digitalización en sus estrategias de inversión y operación estarán mejor preparadas para enfrentar los impactos del clima, proteger su continuidad operativa y consolidar una posición competitiva en un entorno cada vez más exigente.
