Alberto Benavides: Más que un legado

Las palabras quedan cortas para expresar el merecido reconocimiento a un hombre que con su trayectoria, representa el éxito labrado con esfuerzo, dedicación, compromiso, conocimiento, pero sobre todo humildad. Conmemoramos 100 años del nacimiento de don Alberto Benavides de la Quintana, recordamos, por supuesto, sus logros académicos, profesionales y empresariales que se convirtieron en hitos importantes en la historia de la minería peruana, cada uno de los momentos de su vida se convirtieron en eventos trascendentales en el desarrollo del país a partir de una de sus más grandes pasiones: la minería.

Un joven Alberto, que identificó tempranamente su interés académico por la geología, por la que tuvo que superar las estrategias más creativas de su padre por persuadirlo a desistir de continuar en ella, como lo ha compartido el propio don Alberto en diversas entrevistas; mostrando entereza y convicción que lo convirtieron luego en uno de los beneficiarios de una beca en la Universidad de Harvard, iniciando una prodigiosa carrera minera de la que nunca dejó de aprender y enseñar.

Durante sus primeros años de trabajo pudo aplicar exitosamente lo aprendido, su paso inicialmente como geólogo asistente en la Cerro de Pasco Copper Corporation, lo llevó a convertirse con solo 32 años, en uno de los emprendedores mineros más jóvenes en la historia del Perú. Visionario, con actitud y capacidad de crear, asumió el desafío de gestionar la mina Julcani. A más de 4000m de altura empezaba la aventura fundando la Compañía de Minas Buenaventura que se expandiría rápidamente y convertirla en la primera empresa minera latinoamericana en cotizar en la bolsa de valores de Nueva York.

Su espíritu explorador lo llevó a recorrer la sierra peruana, teniendo un importante papel en el descubrimiento de yacimientos como Antamina, Toquepala, Las Bambas, Yanacocha, Orcopampa, Uchuchacua, los fosfatos de Bayóvar, entre otros; proyectos en desarrollo que han contribuido al crecimiento económico de las zonas donde se encuentran. Ha sido precisamente su incesante trabajo en el ámbito minero lo que, en mayo de este año, fue reconocido con su incorporación al Salón Nacional de la Fama de la Minería de los Estados Unidos.

El homenaje estaría incompleto si no reconocemos a la persona detrás del geólogo y empresario Alberto Benavides de la Quintana; recordando su participación en múltiples encuentros académicos y gremiales, entendemos el porqué de su éxito, el esfuerzo, tenacidad y perseverancia han sido factores fundamentales sin duda, sobre todo porque detrás de todo ello se encuentra el propósito que don Alberto le ponía a sus acciones: “el efecto integrador de la minería en el Perú”.

Don Alberto Benavides de la Quintana consideraba a la educación como el pilar fundamental para el progreso y bienestar de las personas y sus pueblos, así lo recordaba su hijo Raúl Benavides en el 2019; bajo ese ideal, compartió desprendidamente el conocimiento adquirido durante toda su trayectoria profesional y laboral, como docente en reconocidas universidades del país, convirtiéndose en fundador de la escuela de minas en la Pontificia Universidad Católica del Perú impulsando años más adelante, la creación de la especialidad de ingeniería geológica en la misma universidad. Fue también fundador del patronato de la Universidad Nacional de Ingeniería, su alma máter, a través del cual se beneficia a jóvenes estudiantes con becas que les permite consolidar su formación profesional.

Poseedor de una franca sensibilidad social, inició junto a sus actividades empresariales la contribución a las poblaciones donde se asentaban sus actividades, compenetrándose con las comunidades aledañas. Don Alberto era un absoluto convencido que la misión principal de la minería en el país es la integración del territorio nacional, pues el desarrollo de la misma permite la construcción de vías de comunicación, electrificación, construcción de escuelas y postas médicas, promoviendo la inclusión social.

Considerado a sí mismo como un “hombre de suerte”, su pasión por la geología y la minería le permitía también una mirada objetiva respecto a la actividad, en muchas de sus apariciones públicas expresaba “No hemos sabido vender bien lo que es la minería”, declarado consciente que el “crecimiento económico no significa necesariamente desarrollo para el país”, invocando a las empresas a poner más atención en los aspectos sociales, poniendo en valor lo que puede descubrirse en el subsuelo; para don Alberto, la minería asume el deber y la obligación de poner en evidencia los valores y desarrollar, ya sea directamente o a través del Estado, programas sociales que permitan reducir la pobreza.

Alguna vez le consultaron si se imaginaba en otra profesión o actividad, él respondió: “No me imagino no minero”, indudablemente es difícil imaginar la minería peruana sin su valiosa intervención. Nuestro agradecimiento a don Alberto Benavides de la Quintana, el pionero, el explorador, el geólogo, el minero, el maestro, el emprendedor, el visionario, el innovador, el soñador; pero sobre toda a la persona, el ser humano, con cuya trayectoria y compromiso dejó más que un legado, una misión: “la principal función de la minería es su contribución a la integración nacional y a la unidad entre los peruanos”.

 

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