Valle del Tambo contaminado, pero no por la minería

El arroz de Cocachacra y las aceitunas de Dean Valdivia sobrepasan los límites máximos permisibles señalados en el Codex Alimentario. No podrían ser exportados, no pasarían los controles fitosanitarios. El motivo son las emanaciones naturales de 44 géiseres que se encuentran en la parte alta de la cuenca y que contaminan el agua desde hace miles de años. El estudio lo hizo la OEFA entre febrero y mayo de 2017.

El valle donde se encuentra el proyecto Tía María –y también la segunda relavera de Cerro Verde inaugurada el 2015, la mina de cobre Chapi (Pampa de Cobre), la mina Tucari (Aruntani), el proyecto minero San Gabriel, Los Calatos, la Presa Pasto Grande (trasvase de agua a Moquegua) y el proyecto de embalse Paltiture- desemboca en el océano Pacífico en Arequipa.

Pero la cuenca pasa por una región volcánica con emanaciones de géiseres que contaminan el agua con boro y arsénico y otros minerales.

Son 44 géiseres, según Ingemmet, cuyas emanaciones van desde los 22 hasta los 91 grados centígrados, que contienen boro (desde 0.8 hasta 48 mg/L); litio (desde 0 hasta 28 mg/L); cloruro (desde 0 hasta 14,000 mg/L); y sodio (desde 0 hasta 9,000 mg/L), totalizando un caudal de 50 litros por segundo de estas aguas termales vertidas de manera natural en la cuenca contaminando el agua. El agua, a su vez, contamina desde hace miles de años los suelos y, por lo tanto, los cultivos del Valle del Tambo.

Entre febrero y mayo del 2017, el OEFA investigó y emitió un informe -el 078-2017-OEFA/DE-SDCA-CMVA- que fue firmado por diez profesionales.

Además de muestreos de agua y suelos hicieron, a pedido de la población, siete muestras de tejido vegetal, dos de ellas en Cocachacra (granos de arroz) y una en Dean Valdivia (olivo fruto).

Se determinó que las muestras de arroz contenían entre 0.2 y 0.8 mg/kg de arsénico, sobrepasando el límite máximo de 0.2 mg/kg señalado por el Codex Alimentario. La muestra de aceituna contenía 0.8 mg/kg de Arsénico, rebasando el límite de 0.1 mg/kg del Consejo Internacional de Aceitunas.

En otras palabras, si deseáramos exportar ese arroz y esas aceitunas a mercados internacionales, no los recibirían. No por negligencia de los agricultores, sino porque esas son las condiciones naturales del valle. El agua viene contaminada y la producción tiene riesgo de estarlo también. Es lo que sucedió también con los primeros envíos a Estados Unidos de alcachofa orgánica del valle del Mantaro: tenían arsénico.

Un efecto del arsénico en el organismo es la reducción de la producción de glóbulos rojos (anemia). El arsénico puede ser entonces un factor del hecho de que sufran de anemia entre el 60% y el 80% de los niños menores de tres años en los distritos de la cuenca -Cocachacra, Polobaya, Yarabamba, Puquina, Omate, Punta de Bombón-, según cifras oficiales del Ministerio de Salud de junio 2018.

 

TÍA MARÍA

El propio proyecto Tía María, entonces, no solo traería beneficios macroeconómicos con probada inocuidad ambiental, sino colaboraría en un plan estratégico para el uso de los recursos naturales en minería y geotermia que permita formalizar toda la economía de la zona y generar sinergias cruzadas entre minería, energía, agricultura, industria y turismo.

 

Voltear el escenario

Se trata, entonces, de un entorno en que se cultiva productos agrícolas que probablemente no van a pasar controles fitosanitarios. Una alternativa de solución es voltear el escenario y crear economías con los recursos que se tiene.

Por ejemplo, el proyecto de represa de Paltiture se encuentra cuenca arriba, en Puno, que se opone a su construcción hasta la fecha por una cuestión de supuesta “propiedad” del agua. El embalse puede reubicarse aguas abajo antes de los géiseres y derivar el agua limpia del embalse hacia abajo.

De los géiseres se pueden extraer dos productos de valor: sales de boro (para la fabricación de vidrio borosilicato/pyrex) y litio. Además, con el calor de las emanaciones puede generarse energía geotérmica. La zona está catalogada por Ingemmet como región geotérmica.

Entubando el agua limpia se puede generar energía hidroeléctrica aguas abajo. Por cada mil litros por segundo con una caída de mil metros, se pueden generar aproximadamente 8.80 megavatios de potencia hidroeléctrica.

Todo esto debe contribuir a financiar el tratamiento químico u ósmosis necesaria para el agua limpia de riego al final de la cuenca del Tambo.

En la parte baja del valle (Cocachacra), donde los suelos están contaminados y no se sembraría ya arroz, se podría instalar terrazas de gavionería (suelo reforzado) y generar nueva superficie agrícola para productos de exportación cambiando la matriz de producción.

La conclusión es entonces que el Valle del Tambo necesita más bien de la minería para remediar sus tierras con los impuestos que se puede obtener de una nueva producción.

Fuente: Expreso.

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