Minería y medio ambiente: en época de pandemia

La minería representa el 10% del PBI nacional y del 61% del valor total de las exportaciones peruanas y mantiene su indispensable importancia en la economía nacional. Pero también es una de las actividades económicas que más impactos ocasiona al ambiente y la salud de las personas. Podemos recordar casos como el deslizamiento de relaves mineros de la mina Cobriza, de propiedad de Doe Run Perú ubicada en Huancavelica, que se repitieron en dos ocasiones en el 2019 (julio y diciembre), la cual ocasiona controversia sobre el valor de este sector productivo y sus impactos en las poblaciones y comunidades ubicadas dentro de su área de influencia.

En este caso particular, los relaves mineros fueron descargados en las aguas del río Mantaro ocasionando una emergencia ambiental por los contaminantes que pueden afectar la calidad de este importante recurso hídrico que fuera fiscalizado por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA).

Pandemia y supervisión

En el actual proceso de recuperación económica en medio de la vorágine que significa la pandemia por la CVID-19, es fundamental la reactivación de la minería en el Perú por su significancia en la cadena productiva y generación de empleos formales. Pero esto no significa dejar de lado el cumplimiento de los compromisos ambientales ni la fiscalización ambiental por pate del OEFA.

Téngase en cuenta que de las 2086 supervisiones ambientales [1] ejecutadas en el 2019 en todos los sectores, a minería de corresponden 359, pero en lo que respecta a multas, el sector minería es el más sancionado con 2,213 UIT debido a incumplimientos de sus instrumentos de gestión ambiental, planes de contingencia, excesos en LMP[2] y ECA[3], entre otros, que a la larga afectan el medio ambiente y la salud de la personas.

Impactos: generalidades

De otro lado, en un sentido más amplio, los principales impactos –según algunos entendidos– que puede originar la minería están la destrucción de la corteza terrestre, producto del retiro de material ya sea por la minería a tajo abierto o por subterránea; la contaminación de las aguas, por el potencial vertimiento de contaminantes; la afectación a la flora y fauna del entorno próximo a la explotación minera; y los efectos negativos en la salud humana de las poblaciones próximas a la mina (aunque en ocasiones estos efectos pueden extenderse más).

 

 

 

 

 

 

 

Adicionalmente, se reconoce el impacto de la actividad minera en el cambio climático, sobre todo por su huella de carbón por el uso de hidrocarburos, eliminación de cobertura vegetal y cambio en los regímenes hídricos. Se conoce de empresas que invierten en la construcción de minas modernas totalmente eléctricas, mientras que otros han lanzado proyectos piloto para probar nuevos métodos y tecnologías neutrales en carbono.

Responsables

Ante este panorama, ¿Quiénes son los responsables? ¿qué se puede o debe hacer? Es difícil señalar responsables, pues habría que separar a las empresas formales de las informales o ilegales. En el primer grupo incluiremos a todas aquellas empresas que cumplen con lo establecido por la ley, como el pago de sus respectivos impuestos y que están pendientes del cumplimiento de las normas ambientales, con el respectivo cuidado y protección de la naturaleza en el desarrollo de sus operaciones.

En el otro extremo, están las informales que generalmente no tienen en cuenta los impactos que la actividad tiene en el medio ambiente, y usan indiscriminadamente reactivos, como el mercurio, que son altamente tóxicos.

“Se requiere una regulación minera clara sin lugar a interpretaciones y que a su vez sea un marco atractivo para las inversiones extranjeras que tanto requiere el país”.

El cambio

Para lograr el cambio, se requiere una regulación minera clara sin lugar a interpretaciones y que a su vez sea un marco atractivo para las inversiones extranjeras que tanto requiere el país. Así también, es necesaria la fiscalización ambiental para asegurar el cumplimiento de las normas y compromisos ambientales y con ella el bienestar de las poblaciones en áreas de influencia.

No se debe dejar de lado la educación en minería, tanto en productores como población, con intercambio de información en ambas direcciones a fin de desarrollar y mantener confianza, haciendo de la minería una actividad compatible con otras actividades sin que represente riesgo al ambiente ni personas.

Aquí, el desarrollo tecnológico y modernización de instalaciones tienen un rol muy importante. Por ejemplo, el uso de reactivos amigables con el medio ambiente, de fácil degradación; nuevas técnicas y métodos para tratar los relaves y efluentes; maquinaria controlada remotamente o que empleen energía eléctrica o solar en lugar de combustibles fósiles permitiría reducir impactos al ambiente.

[1]Información obtenida de la página Web de OEFA https://publico.oefa.gob.pe/Portalpifa/OEFAenCifras.do

[2] Límite Máximo Permisible (LMP)

[3] Estándar de Calidad Ambiental (ECA)

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